PEDRO FRIEDEBERG
Cabo Mogador es un refugio de quietud y contemplación. Este mítico lugar evoca la imagen de un puerto seguro, un punto de llegada crucial para los barcos que surcaban las aguas tumultuosas de las costas africanas antes de aventurarse hacia el Nuevo Mundo. En la narrativa visual de esta exposición, Cabo Mogador se convierte en un espacio de calma y reflexión, donde las tormentas del viaje se disipan para dar paso a la luz y al sosiego. Es en este lugar donde lo histórico y lo imaginario se entrelazan, dando forma a un paisaje de armonía y equilibrio.
La exposición despliega una serie de obras que, a través de la geometría y la arquitectura fantástica, construyen este puerto visual. Los laberintos de líneas, las estructuras imposibles y los patrones hipnóticos nos transportan a un espacio donde la mente puede descansar. Las piezas invitan a recorrer un camino de luces y sombras, un tránsito desde lo caótico hacia lo ordenado, como si cada obra fuese un faro que guía al espectador hacia la serenidad de Cabo Mogador. Cada rincón de este espacio se convierte en un símbolo, un reflejo de la búsqueda de calma tras la tempestad.
Integrando elementos de la tradición y la modernidad, la exposición presenta una instalación de tarots hechos en vidrio de Murano. Estos tarots no solo funcionan como objetos místicos, sino también como piezas artísticas que capturan la esencia de Cabo Mogador. El uso del vidrio de Murano, con su riqueza cromática y su translucidez, aporta un toque de magia y misterio a esta colección, creando una conexión entre lo terrenal y lo espiritual. Los arcanos de los tarots se despliegan como mapas simbólicos de ese viaje interior que todos emprenden al llegar a un puerto desconocido.
Además, la muestra incluye una serie de cartas epistolares dirigidas a personajes icónicos de la historia, el arte y la cultura. Estas cartas, creadas en el estilo inconfundible de Pedro Friedeberg, funcionan como puentes entre mundos. A través de la ilustración, se exploran conexiones intemporales, diálogos imaginarios que trazan líneas de correspondencia entre el pasado y el presente. Cada carta es una obra en sí misma, un fragmento de esta geografía que invita a reflexionar sobre las voces y las historias que han navegado por estas aguas simbólicas.
Finalmente, la exposición presenta una selección de obras estampa de las últimas ediciones realizadas con alta tecnología. Estas piezas demuestran cómo la tradición de la estampa se reinventa y se enriquece con técnicas contemporáneas, fusionando lo artesanal con lo digital. En esta exposición, la tecnología se convierte en una aliada para plasmar las visiones más intrincadas, generando imágenes que parecen palpitar con una vida propia. Así, la exposición se completa como un puerto donde convergen la calma, la historia, el arte y la innovación.
Alejandro Sordo Guzmán
Curaduría
