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Tres Tristes Tigres

Tres Tristes Tigres

Boris Viskin, septiembre 2025

Mirar un tríptico es nadar crol respirando cada tres brazadas como Mark Spitz. Mirar al centro – luego a la derecha, mirar al centro – luego a la izquierda, así hasta el podio olímpico, oro apuntalado por plata y cobre. Spitz ocupa esos dos “perdedores” para resaltar su victoria.

Y así en muchos trípticos renacentistas y pre-renacentistas: un par de santos anodinos, guaruras en sandalias, túnicas monocromáticas y gorrito de halo dorado, custodian el nacimiento o la crucifixión de Jesús. Parecen presindibles pero plásticamente tienen una importante función: introducirnos y ubicarnos dentro del habitat pictórico. Un par de hojas de ventana que se abre succionándonos a través de una perspectiva clásica: “Al centro y pa-dentro”. 

Pero no siempre el centro manda. Se da el caso de un panel lateral que rechaza su condición de mero comparsa y toma la batuta imponiendo una nueva perspectiva y descubriendo otra seccion áurea. Las fronteras se borran, las miradas migran. Ecos plásticos de esas trinidades que nos persiguen desde la cueva: 

Pasado – Presente – Futuro. 

Paraíso – Limbo – Infierno.

Padre – Hijo – Espíritu Santo

El tríptico tiene múltiples orígenes plásticos y conceptuales, pero suelegestarse por simples razones prácticas. En mi primer taller de juventud entraban bastidores de un formato máximo de 145×190 cms. Cualquier prospecto de cuadro más grande implicaba trabajar en tres páneles. Una vez colocados al muro surgía el gran dilema: crear una sola imagen que integrasela presencia tan contundente de la línea que los separa volviéndola un elemento dentro de la pieza o por el contrario crear tres imágenes totalmente independientes que se sumen a una sola, tal como la pachequez (no lo digo en tono despectivo) de La Divina Trinidad. Una u otra opción implican un viaje plástico fascinante. En el proceso vas intercambiando páneles, volteándo al terco de cabeza, pasando de horizontal a vertical, en fin, hilando y resaltando contradicciones, mi mero mole de esquizofrenia y falta de pertenencia.

Al final, te espera un pilón de recompensa: esta grandeza fragmentada puede transportarse en combi o suburban.